«Cuando las participantes vienen a un taller, tenemos tiempo libre para hablar de alimentación, pero también para explicarnos deseos o problemas de la vida cotidiana»

Entrevistamos a Pau Farreny, del área de sensibilización y conocimiento de Espigoladors. Con él, descubrimos cómo la cocina de aprovechamiento puede ser una herramienta clave para el empoderamiento de personas en situación de vulnerabilidad y un vehículo para recuperar e intercambiar saberes culinarios entre diversas culturas y generaciones.

Como entidad, consolidar nuevas líneas de acción con la cocina de aprovechamiento como eje central es una de nuestras apuestas. Es un vehículo de construcción colectiva de saberes y de intercambio donde podemos crear puentes entre culturas y generaciones y, también, construir un espacio de empoderamiento compartiendo conocimientos e inquietudes en torno a la alimentación sostenible.

«Aprovechamos los alimentos con todas y para todas», «Espigar, cocinar, cuidar» y «Trencamp» son algunos de los proyectos que impulsamos desde Espigoladors con el apoyo de la Diputación de Barcelona, ​​el Ayuntamiento de Barcelona y de la Secretaría de Asuntos Sociales y Familias. También trabajamos con el Comedor Solidario Gregal, para capacitar a las personas asistentes en torno a la cocina de aprovechamiento y la alimentación sostenible.

Hablamos con Pau Farreny, técnico de proyectos educativos y de sensibilización y ejecutor de los talleres impulsados ​​en el marco de estos proyectos y de otras acciones de la entidad que comparten esta mirada.

¿Qué actividades se desarrollan en el marco de estos proyectos?

Desarrollamos tres tipologías de actividades.

Talleres de cocina en los que el aspecto clave es que son participativos. Desde Espigoladors facilitamos todo el material y los ingredientes, y durante las siguientes dos horas, preparamos con las personas participantes dos recetas que tienen, como ingredientes fundamentales, los valores de la entidad: el aprovechamiento alimentario, la eficiencia energética y que son saludables.

Además, las participantes pueden llevarse a casa las dos recetas preparadas, lo que permite maximizar el impacto del taller y enviar el producto a las personas convivientes.

También realizamos talleres de sensibilización. En ellos, las personas participan de charlas, actividades y/o juegos de reflexión que permiten estimular la comprensión de la problemática de las pérdidas y el desperdicio alimentario, sus causas y sus efectos, así como las soluciones y los retos que supone.

Por último, impulsamos showcookings de aprovechamiento. Una actividad para llegar a un público más numeroso basada en una demostración culinaria. Aquí, hablamos de Espigoladors y explicamos las recetas y el por qué las hacemos. De este modo, promovemos la interacción constante con el público, generando, también, un espacio de intercambio entre todas las personas que están presentes.

¿Cuál es el objetivo de los talleres de sensibilización y de cocina de aprovechamiento?

El objetivo principal es generar espacios de intercambio de saberes culinarios relacionados con la alimentación saludable y el aprovechamiento alimentario, donde las personas aportan sus propios conocimientos y escuchan aquellos que conocen las demás. Un truco, consejo o receta puede ser muy valorado por todas, por muy pequeño que pueda parecernos.

Con los talleres de cocina empoderamos a las personas participantes aportando nuevas técnicas, formas de preparar diversos alimentos y nuevas recetas más saludables y sostenibles, como sustituir la carne por legumbres, preparando hamburguesas de lentejas, o aprendiendo a utilizar maquinaria y utensilios como puede ser la olla exprés.

Queremos ofrecer una profesionalización culinaria, poder practicar juntos cómo trabajar con grandes cantidades, cómo gestionar los espacios y aprender cómo funciona el trabajo en equipo.

Con los talleres de sensibilización complementamos la parte más práctica con otros conocimientos más teóricos. Así, damos aún más valor a cuál es la importancia de la alimentación, integramos aún más las causas y consecuencias de las pérdidas y el desperdicio alimentario, establecemos una red para compartir toda esta información y entendemos juntas porque aprendemos a preparar estas recetas que promueven el aprovechamiento.

Pau Farreny en un taller de cocina desarrollado en el marco del proyecto «Food Relations» impulsado por ABD-ONG en el barrio de la Marina, en Barcelona

¿De qué forma estos talleres inciden en el empoderamiento de las personas participantes?

Yo siempre empiezo con la siguiente frase: “Todo el conocimiento es fruto de la suma entre muchas personas”. Por eso, animo a todo el mundo a aportar su granito de arena.

Nos esforzamos por crear un espacio seguro para todos y todas, teniendo en cuenta la cultura y el idioma de cada participante. Así pues, encuentran en los talleres un lugar donde pueden explicar todo su conocimiento propio, estimulando la conversación y las aportaciones.

Empoderan porque al realizar una actividad en grupo nos ponemos una al lado de la otra y aprendemos juntas un mismo procedimiento. Esto nos permite explicar mejor cómo hacer la tarea, compartir qué opinamos de la receta o, simplemente, conversar sobre cómo nos ha ido el día, estableciendo pequeños lazos entre las personas usuarias y, en algunos casos, incluso nacen relaciones más constantes.

Son talleres en los que conocemos otras realidades, donde aprendemos a relativizar situaciones personales compartiéndolas con el resto y las normalizamos. También, ponemos en valor sus conocimientos.

Por último, empoderan, porque capacitan en temas de alimentación, que tienen un impacto tanto a nivel de salud, como a nivel personal, desarrollando la confianza y nuevas habilidades.

¿Cómo de importante es que personas usuarias de Servicios de Distribución de Alimentos participen en proyectos como estos?

Las personas usuarias ya suelen tener un cierto grado de experiencia sobre aprovechamiento alimentario. Ahora bien, como todas, carecen de otras áreas de conocimiento. Nosotras somos el vector de información que conectamos a las personas y sus ideas con las herramientas que les permitan aprovechar los productos vegetales que a veces reciben en grandes cantidades.

Por ejemplo, aprendemos a producir conservas o elaboraciones que permitan un mayor control de la vida útil de los alimentos o informamos sobre el etiquetado: la diferencia entre caducidad y consumo preferente.

Es importante que participen para que ellas también nos aporten muchos conocimientos sobre la cultura del aprovechamiento. Mira, el último truco que aprendí, y funciona, es que los plátanos en la nevera no se ponen negros si los dejamos con un limón entero al lado.

También, son espacios que nos permiten conocernos mejor y poder ver de dónde vienen algunos de los alimentos que llegan a sus platos. Explicamos cómo trabajamos desde el área de espigueos y las animamos, también, a participar de estos, para ver de primera mano a las personas involucradas y la red que existe, conociendo el territorio y las condiciones y problemáticas con las que trabaja el sector primario.

Conseguimos que las entidades sociales puedan pasar de una acción pasiva, en la que sólo les hacen llegar los alimentos, a una acción activa que complementa la donación con formación.

Pau Farreny impartiendo un taller de cocina en la Fundación Áurea en el marco del proyecto «Aprovechamos los alimentos con todas y para todas». Con el apoyo de la Secretaría de Asuntos Sociales y Familias.

¿Qué papel desempeñan la cocina y la alimentación en el día a día de personas en situación de vulnerabilidad?

La cocina es interdisciplinaria, toca aspectos tan variados como la lengua, la gastronomía, la botánica, la sociología y la nutrición, entre otros. La alimentación y la cocina proyectan mucha información de quien la practica. Nos muestra qué alimentos tiene cerca, si son grandes cantidades pensadas para compartir o almacenar o cuánto tiempo dedican a la preparación.

Cuando nos encontramos en una situación de vulnerabilidad, muchas veces no encontramos los ingredientes necesarios, cantidades o tiempo, para preparar los alimentos adecuados a nuestros gustos. Esto puede provocar una situación en la que la persona debe cambiar constantemente sus hábitos para adaptarse y aprovechar los alimentos a los que tiene acceso.

Por eso defendemos que, tener una mínima formación en cocina nos permite transformar (en el laboratorio de nuestra casa) estos alimentos en platos cercanos a nuestra cultura o que nos puedan gustar más.

¿Qué has aprendido tú de cada una de las personas que han formado parte de los talleres?

De todos los conocimientos que tengo y que comparto en los talleres, gran parte los he aprendido de las personas que participan. Estos conocimientos se han creado a base de compartir: trucos, ideas y consejos.

Una vez, un chico marroquí me enseñó que la tahina debe ponerse después de triturar, de este modo el producto, hecho principalmente de aceite, mantiene sus propiedades nutricionales y organolépticas.

También, una mujer me dejó probar su harina de algarroba con la que podemos hacer pasteles sustituyendo al cacao.

Y un anciano del sur de la península, me explicó que aquí, en nuestra tierra, también se cocina con piedras de río o mar para aromatizar las preparaciones.

Y un montón de otros trucos y consejos, que tarde o temprano recogeremos en un recetario colaborativo de aprovechamiento.

Pau Farreny en un taller de cocina desarrollado en el marco del proyecto «Espigar, cocinar, cuidar» realizado con persones usuarias de La Botiga de El Prat del Llobregat

¿Por qué es importante tejer redes entre los usuarios con otras vecinas de su territorio?

Tejer redes de soporte mutuo es una de las principales herramientas que tenemos para hacer frente a la crisis climática y a sus efectos. Ante el colapso o disminución del estado del bienestar, ayudarnos siempre será la herramienta más directa para resolver nuestras carencias.

Cuando las vecinas vienen a un taller, tenemos tiempo libre para hablar de alimentación, pero también para contarnos deseos o problemas de la vida cotidiana. Quizá, antes del taller nunca se habían visto. Es en estos espacios que nos podemos acercar y poner manos a la obra apoyándonos unas a otras.

Por ejemplo, charlar un rato, encontrar a alguien con quien salir a pasear o a una persona amable que pueda echarme una mano para hacer de canguro cuando yo trabajo… Y es que las redes de apoyo mutuo tienen, a diferencia de los canales de la administración, mucha más inmediatez. Debido a esto, creemos que ahora más que nunca, y ante la situación de desguace del estado del bienestar en materia de salud, es necesario aflorar nuevos vínculos y fortalecer los presentes para tener una sociedad más solidaria y colectiva.

¿Cuál es el balance final que te llevas del desarrollo de estos proyectos?

La suma constante y exponencial de conocimientos. Las personas que han asistido siempre han sido muy participativas, aportando gran cantidad de información, agradeciendo mucho las actividades y ayudándonos a mejorar.

¿Cuál crees que es el problema del sistema agroalimentario actual que impide que el acceso a una alimentación sostenible y saludable esté al alcance de todas?

Considero que es un problema de prioridades. Hemos dado poca importancia a aquellas actividades que cuidan la vida, mientras que hemos ensalzado aquellas que la consumen.

Esta situación ha impulsado aquellas personas que generan un mayor beneficio económico (por ejemplo un futbolista) mientras que ha menospreciado a aquellas que trabajan y cuidan la tierra. Debemos recordar que los pilares de la economía están en la ecología y sería bueno dar el altavoz a aquellas que han hecho, de la relación con la tierra, su forma de vida.

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