El espigueo visto desde dentro

El espigueo visto desde dentro

Con motivo del Día Internacional del Voluntariado, hemos querido dar voz a tres voluntarios de generaciones alejadas. Irene (29), Xavier (55) y Carme (67) son habituales en las espigadas que organizamos en todo el territorio. Hoy, Día Mundial del Voluntariado, nos explican cómo es su experiencia personal colaborando con Espigoladors

¿Cómo nos conociste? ¿Sabías qué era espigar?

Carmen: Os conocí a través de una amiga. Me habló de vosotros y la idea me gustó mucho porque ¡soy una persona que nunca tira nada! Hace unos años vi la película de Agnès Varda y en ese momento entendí qué era espigar. Estoy muy sensibilizada con esta temática y cuando se me presentó la oportunidad me apunté.

Irene: Con mis amigas, nos costaba encontrar momentos para compartir juntas. Un día, una de ellas os vio por Instagram y tuvo la idea de que podríamos participar. Rápidamente dijimos que sí. Es una gran forma de compartir tiempo y, a su vez, vivir una experiencia gratificante. No conocí qué significaba espigar hasta entonces. Con el tiempo, he visto que no es algo nuevo, en el pasado ya se hacía. Y ahora nosotras también formamos parte.

Javier: La iniciativa la conocí por mi pareja. Me comentó que en el Camp de Tarragona había una entidad que se dedicaba a espigar. Conocíamos el concepto porque mi padre es «de La Castilla profunda» y de la preguerra. Él espigaba por necesidad.

¿Cuál es el aprendizaje más importante que te has llevado de cada espigada?

Irene: El aprendizaje más relevante para mí ha sido el concepto del derroche. Cuando llegas al campo te das cuenta de la cantidad de alimento que se pierde, a veces, por una mala gestión. Si existiera una infraestructura potente detrás de esta problemática, se podría afrontar de una forma que evitara o redujera estas pérdidas. También me impacta mucho cómo nuestro mercado está influenciado por temas estéticos. Alimentos totalmente aptos para el consumo se descartan por su apariencia.

También me llevo a conocer gente tan diversa. La diferencia de edad, los perfiles diferentes, las motivaciones… Conseguimos unirnos a personas con formas de vida muy diferentes.

Xavier: Una de las cosas que más pongo en valor es hacer espigadas con el campesinado en particular. Poder escuchar sus vivencias y su frustración cuando la elaboración de un producto de gran calidad, pero que no es estético, se queda sin salida. Me golpea mucho.

Carme: La reflexión que he podido sacar es que estamos mal organizadas. La sociedad por lo general lo está. Por un lado, se tira comida y, por el otro, hay gente que pasa hambre. Se infravalora muchas veces el trabajo del campesinado. La perfección que se reclama a los productos, que tengan un tamaño concreto, un color específico… Son un conjunto de aspectos que me hacen pensar que no se están haciendo las cosas bien.

Carme Vaquer en una espigada de judías

¿Recuerdas alguna espigada en especial?

Irene: ¡Todas tienen algo especial!

Carme: En Malgrat estuve en una donde había unos tomates guapísimos y buenísimos. Me hacía creces que aquello se pudiera tirar…

Xavier: Mis preferidas son aquellas en las que puedo compartir tiempo con el campesino o la campesina.

Sí que recuerdo una en concreto. Íbamos a espigar tomates y cuando llegamos al campo, suerte que vimos la furgoneta de Espigoladors porque pensábamos que nos habíamos equivocado. Buscábamos las cañas… y eran tomates de pera que crecen en el suelo. ¡Toda la mañana agachados!

¿Qué supone para ti el aprovechamiento?

Carme: ¡Mira, ahora mismo estoy haciendo una samfaina con tomates que espigué! No puedo tirar las cosas, ni la comida, ni la ropa, ni nada. El aprovechamiento es fundamental para mí. Debemos respetar el trabajo del campesinado, que muchas veces está maltratado. Esta es mi forma de hacerlo.

Xavier: Es uno de los pilares de mi comportamiento familiar. Siempre hemos tenido vocación para no derrochar, a nivel energético, de comida, de ropa… Puede ser lo más complicado es trasladarlo de la forma correcta a nuestros hijos, pero no desfallecemos.

Irene: El hecho de participar como espigadora me ha ayudado a tomar conciencia sobre la temática del derroche. He visto que es una problemática que podemos evitar entre todas. ¡Ahora, organizo mucho más la compra que haré y cómo gestionaré los productos que compro!

Irene Royo en una espigada del proyecto #YoungGlean

¿Qué le dirías a alguien que no conoce Espigoladors?

Irene: Espigar te abre los ojos. Entre todos podemos trabajar para que el día de mañana las cosas cambien

Carme: Cuando lo vives, las cosas cambian. Todas aquellas personas con las que he podido hablar y finalmente se han animado a venir, han vuelto.

Xavier: Si te gusta la naturaleza, el aire libre, los entornos privilegiados y tienes conciencia sobre la cantidad de producto que se pierde, ¡tienes que venir a espigar!

¿Qué les dirías a los voluntarios y voluntarias?

Carme: La gente que participamos, estamos predispuestas a hacer cosas por los demás. Nos volvemos cómplices, nos unimos por una acción. Siento gran satisfacción de ver todo lo que se aprovecha y tiene una segunda oportunidad.

Irene: Somos las personas que tenemos esa visión de ayudar al resto, las que poco a poco podemos cambiar las cosas. Si no lo hacemos nosotros, ¡no lo hará nadie!

Xavier: ¡GRACIAS! Para el voluntariado solo tengo palabras de agradecimiento. La diversidad que vemos cuando participamos en las espigadas, la gente joven, sensibilizada que hemos conocido, gente de zonas geográficas muy diversas… Que podamos unirnos todos y todas y responder a esta necesidad… es muy enriquecedor.

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