Apoyo mutuo desde los barrios para hacer frente a la Covid-19

Espigoladors colaboramos con las redes de apoyo mutuo nacidas a raíz de la Covid-19 para garantizar el derecho a una alimentación saludable a los colectivos más vulnerables.

Apoyo mutuo desde los barrios para hacer frente a la Covid-19

Espigoladors colaboramos con las redes autogestionadas nacidas a raíz de la crisis sanitaria para garantizar el derecho a una alimentación saludable a los colectivos más vulnerables.

Algunas redes de apoyo alimentario han venido a los campos del sector primario a recoger las frutas y verduras. Fotografía de Josep Lago

La actual crisis causada por el estado de emergencia de la Covid-19 ha puesto en evidencia, una vez más, el frágil e injusto sistema socioeconómico en el que vivimos. Un sistema que prioriza el crecimiento y el lucro económico, basado en las desigualdades sociales, en la precarización estructural y que no tiene en cuenta la emergencia climática. Una crisis que, una vez más, recae violentamente hacia las personas y colectivo más vulnerables y precarizados.

Muchas personas se están viendo abocadas a situaciones de extrema vulnerabilidad, unas situaciones que no paran de empeorar. Frente a esta realidad han emergido en tiempo récord varias iniciativas vecinales y de apoyo mutuo, desde la autogestión, para darle respuesta. Son un total de veinte redes de apoyo mutuo, a las cuales la Fundación Espigoladors hemos apoyado desde un inicio para contribuir a garantizar el acceso a una alimentación saludable de los colectivos más vulnerables. Muchas de estas iniciativas se han impulsado desde colectivos ya consolidados, como sindicatos de vivienda, redes vecinales, colectivos migrantes y antiracistas, que se han reinventado para dar respuesta a las necesidades sociales nacidas de este contexto. Otras iniciativas han aparecido con fuerza, de manera espontánea, gracias a la solidaridad vecinal.

La distribución de alimentos es una de las actividades esenciales de estas redes populares, siendo el acceso a la alimentación una de las necesidades más evidentes derivada de los impactos socioeconómicos de esta crisis sanitaria. De manera espontánea se han estructurado y organizado estas redes de apoyo alimentario, que han visto aumentar exponencialmente el número de familias atendidas, viéndose desbordadas al cabo de pocas semanas del inicio de la crisis. Actualmente hay veinte redes de apoyo alimentario en el área metropolitana de Barcelona, una cifra que evidencia que el acceso a la alimentación no es un derecho que esté garantizado para muchas personas y familias, poniendo en cuestión el sistema alimentario imperante.

Un compañero del Comité de Alimentos de Poble-sec lleva alcachofas espigadas a la Base, el espacio desde el cual esta red coordina las donaciones de alimentos. Fotografía de Josep Lago

Frente a esta realidad, desde Espigoladors hemos iniciado una colaboración con las diversas redes de apoyo alimentario, para contribuir y seguir trabajando de acuerdo con nuestro propósito: garantizar una alimentación digna y saludable para todas las personas, especialmente de aquellas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad. De esta manera, canalizamos alimentos frescos de productores y productoras locales, así como otros productos que se descartan de los circuitos comerciales, y los hacerlos llegar a las distintas redes vecinales. Creemos que el derecho a la alimentación no debería reducirse a llenar barrigas, sino que debería garantizar una alimentación adecuada, digna y saludable para todas. La situación de emergencia social que estamos viviendo también ha hecho que estas redes, de manera extraordinaria, reciban alimentos frescos del Banco de los Alimentos.

El equipo de Espigoladors hemos gestionado las donaciones que el Banco d’Aliments ha realizado a las diversas redes.

El contexto de crisis evidencia, nuevamente, como las respuestas desde el apoyo mutuo son imprescindible cuando se trata de afrontar las realidades de una manera colectiva y solidaria, y de empezar a repensar nuestros modelos de producción y de consumo. Un momento de crisis como el actual pone de relieve la necesidad de cambios profundos y estructurales en la manera de vivir y organizarnos, y un elemento clave es repensar de qué manera nos alimentamos, como producimos lo que comemos y cómo hacer que la alimentación sea sostenible, adecuada y accesible para todas.

Durante estos meses hemos podido ver como muchos agentes se han agrupado y han trabajado en red para poder dar respuesta a las necesidades imperantes poniendo las personas en el centro, teniendo en cuenta sus necesidades y preocupaciones. Es un contexto que nos impulsa a aprender de los errores y de la experiencia para crear nuevos modelos que busquen la transformación social desde acciones locales que cuenten con una visión global.  

Canalización de 11.000 unidades de calçots a las redes de apoyo alimentario de Poble-sec, Gòtic, Raval y el Hospitalet.