Cultivando una red de iniciativas de food sharing en Europa

Cultivando una red de iniciativas de food sharing en Europa

Desde Espigoladors nos sumamos al proyecto Cultivate, liderado por el Trinity College of Dublin, que aglutina universidades, ayuntamientos e iniciativas alimentarias comunitarias de 9 ciudades europeas con el objetivo de ser motor de innovación en el ámbito del “food sharing” para contribuir a la construcción de sistemas alimentarios locales más sostenibles y resilientes.

El 23 de marzo se dio inicio al Proyecto Cultivate desde la sede del Trinity College of Dublin, universidad que lo lidera y que ha sido capaz de aglutinar universidades, ayuntamientos e iniciativas alimentarias comunitarias de toda Europa para generar herramientas innovadoras y necesarias para hacer frente a la falta de sostenibilidad y equidad que los sistemas alimentarios urbanos y periurbanos sufren y que los hace vulnerables a las crisis a las que debemos habituarnos cada vez más.

Las iniciativas alimentarias comunitarias (food sharing initiatives) han tenido como eje conductor las problemáticas descritas, entendiendo food sharing como todo acto comunitario a lo largo de la cadena alimentaria. Cultivate, en este sentido, propone crear una aproximación coral, con diferentes actores implicados, a fin de crear una plataforma de innovación social virtual que apuntale y ayude a crecer las iniciativas alimentarias comunitarias. Por eso se cuenta con la participación de gestores públicos, investigadores e investigadoras, agentes que participan en la cadena alimentaria, representantes de iniciativas alimentarias comunitarias y de la ciudadanía.

Esta plataforma prevé incorporar una herramienta de mapeo que reúne las diferentes iniciativas de cien ciudades europeas (SHARECITY100 DATABASE – SHARECITY) ya existente, pero esta vez ampliándola a doscientas. Otra herramienta interesante que se plantea formular en el marco del proyecto es una calculadora de costes, beneficios e impactos de las iniciativas alimentarias comunitarias. Para la implicación de los gestores públicos y actores políticos Cultivate plantea una herramienta interactiva (menu of good governance) que permita mejorar la toma de decisiones en el ámbito de política alimentaria que afectan a las iniciativas alimentarias comunitarias. Otra herramienta que se prevé desarrollar durante la ejecución del proyecto es una biblioteca de participación ciudadana (Library of Citizen Engagement) con mecanismos tanto virtuales como presenciales para intensificar la participación ciudadana en proyectos sostenibles de food sharing.

¿Y todo este paquete de herramientas que se plantea desde Cultivate, para qué? Pues el primer objetivo es ampliar el conocimiento y comprensión sobre el food sharing, qué impide o potencia estas prácticas, y qué impacto tienen en la gente, en el planeta y en las economías de las zonas urbanas y periurbanas. Cultivate pretende también, como segundo gran objetivo, fortalecer las economías basadas en food sharing en estas zonas. Por último, prevenir y reducir el desperdicio alimentario.

Participan del proyecto ayuntamientos, universidades e iniciativas alimentarias comunitarias de nueve ciudades europeas. Empezando por la coordinación del Trinity College of Dublin, que ya tiene una larga trayectoria en el estudio de cuestiones relacionadas con la alimentación comunitaria, se suman a nivel académico la Wageningen University, que cuenta con una importante especialización en estudios relacionados política alimentaria y el derecho alimentario siendo referente en estos campos, y finalmente en el mundo universitario destaca la Universidad de Barcelona, ​​que con la reconocida investigadora, con beca Ramon y Cajal, Anna Moragues se convierte también una universidad referente en el estudio de la seguridad alimentaria, las desigualdades que genera el modelo alimenticio vigente y en política alimentaria. Por lo que respecta a los ayuntamientos, destacamos la presencia de Milán, ciudad que acogió el Pacto de políticas alimentarias urbanas y que actualmente cuenta con una concejalía innovadora en política alimentaria; Barcelona, ​​que en los últimos años se ha posicionado como ciudad referente en políticas urbanas encaminadas a la sostenibilidad alimentaria; y Utrecht, que actualmente cuenta con una estrategia para la vida urbana saludable en la que la política alimentaria es uno de los ejes vertebradores. Por último, encontramos diversas iniciativas alimentarias como Bouroume, con sede en Atenas, que impulsa un proyecto de recuperación de excedentes alimentarios para destinarlo a las entidades sociales que trabajan en Grecia. Además, con la colaboración de Espigoladors, han empezado a estudiar la posibilidad de espigar en zonas agrícolas griegas.

Pues sí, desde Espigoladors también “cultivamos”, formando parte de este estimulante proyecto como iniciativa comunitaria alimentaria innovadora con la recuperación del espigueo como actividad de food sharing única a nivel europeo. Nuestra participación en el proyecto permitirá no sólo evaluarla, sino también poder consolidar las bases para su expansión en otras ciudades europeas. Así lo deseamos, porque estamos convencidos de que espigar es una actividad pionera para la lucha contra las pérdidas y el desperdicio alimentario y para la sensibilización en favor de un modelo alimentario más sostenible y justo.

Más información del proyecto en: cultivate-project.eu/

Josep Miquel Fibla: «Lo ideal es que todo el mundo consuma de proximidad y de temporada: no habría que importar y así se protegiría a la agricultura local»

Recientemente desde la Fundación Espigoladors organizamos un espigueo en Bítem (Tortosa) para recoger naranjas en el marco de un convenio de colaboración con el IRTA para recuperar alimentos descartados del mercado y canalizarlos a entidades sociales durante los próximos tres años. Hablamos con Josep Miquel para indagar un poco más en las causas que provocan pérdidas de hasta del 50% de la cosecha junto con todos los recursos (agua, suelo) que se emplean en el cultivo.

Josep Miquel Fibla: «Lo ideal es que todo el mundo consuma de proximidad y de temporada: no habría que importar y así se protegiría a la agricultura local»

Josep Miquel Fibla, investigador del IRTA, explica les causas del ennegrecimiento de la naranja en Bítem (Amposta)

Conversamos con Josep Miquel Fibla, investigador del IRTA, sobre biodiversidad agrícola y pérdidas alimentarias

Josep Miquel Fibla es investigador del programa de fruticultura del Instituto de Investigación y Tecnologías Alimentarias (IRTA), un organismo perteneciente a la Generalitat de Cataluña que tiene como objetivo impulsar la investigación y el desarrollo tecnológico en el ámbito agroalimentario en el campo catalán. Su especialidad son los cítricos y, como no podía ser de otra manera, desarrolla su labor en las Tierras del Ebro, una región que desde mediados del siglo pasado se ha especializado en este cultivo.

Recientemente desde la Fundación Espigoladors organizamos un espigueo en Bítem (Tortosa) para recoger naranjas, en el marco de un convenio de colaboración con el IRTA para recuperar alimentos descartados del mercado y canalizarlos a entidades sociales durante los próximos tres años. Hablamos con Josep Miquel para indagar un poco más en las causas que provocan pérdidas de hasta del 50% de la cosecha junto con todos los recursos (agua, suelo) que se emplean en el cultivo.

P: Josep Miquel, tu eres investigador del programa de fruticultura del IRTA. ¿En qué consiste este programa?

R: El programa de fruticultura del IRTA es un programa que hace muchos años se desarrolla en parcelas experimentales en Cataluña con el objetivo de introducir nuevas variedades de especies frutícolas en el territorio, para poder desestacionalizar su producción y alargar la temporada.

Josep Miquel Fibla en la parcela experimental del IRTA en Bítem (Amposta)

P: ¿En qué campos de Cataluña se desarrolla este programa? ¿Y en qué cultivos?

R: El programa de Fruticultura del IRTA se desarrolla desde hace muchos años en todo el país en diversos cultivos, principalmente de fruta dulce, pero en las Tierras del Ebro se desarrolla la Citricultura desde hace muchos años, y concretamente en la finca de Bítem, se ha hecho investigación sobre nuevas variedades de naranjas, las cuales muchas de ellas ya se han llegado a plantar en la comarca de manera comercial.

P: Recientemente el IRTA ha firmado un convenio de colaboración con la Fundación Espigoladors para espigar aquellos cítricos que ni siquiera se llegan a recoger porque quedan fuera del circuito comercial. ¿Cuáles son las causas de estas pérdidas en los campos del IRTA? ¿Cuántos alimentos se pueden llegar a perder?

R: Las pérdidas alimentarias en los campos de IRTA vienen causadas principalmente por dos factores: las plagas y los factores climatológicos, como por ejemplo las granizadas. Las plagas en particular están causando muchos estragos, porque este año los cítricos se ven atacados simultáneamente por tres especies de mosca blanca. Estos insectos no dañan la fruta per se, pero producen una melaza que atrae la fumagina, un hongo de color negro -de ahí el nombre popular de «negrita» – que ennegrece la fruta y, por tanto, hace que quede fuera del circuito comercial , aunque por dentro esté en perfecto estado.

En condiciones favorables a nuestros campos se puede llegar a perder hasta un 10% de la cosecha, pero cuando hay plagas o temporales estas pérdidas pueden trepar y sobrepasar el 50%.

P: ¿A qué cultivos afecta principalmente?

R: A los árboles frutícolas, como los cítricos (naranja, mandarina); también tenemos noticia de afectaciones a los campos de caquis de otros agricultores y agricultoras de la zona.

Naranja afectada por la fumagina

P: ¿Qué soluciones se han propuesto para hacer frente a estas pérdidas? Son definitivas?

R: En el caso que nos ocupa, desgraciadamente las soluciones que tenemos al alcance pasan por aprender a convivir con estas plagas y adaptarnos a ellas, mediante tratamientos más específicos. No tenemos alternativa, ya que estos problemas vienen dados por unas temperaturas cada vez más elevadas, producidas por el cambio climático, y la introducción de nuevas especies que rápidamente se adaptan a nuestro entorno pero a la vez son resistentes a los tratamientos que habíamos utilizado tradicionalmente.

Y tenemos que actuar deprisa: últimamente tenemos noticias de la aparición de especies invasoras como el cotonet de Sudáfrica, que está causando la pérdida del 100% del cultivo y supone un problema muy serio para la agricultura local.

P: ¿Tendremos que afrontar más problemáticas como ésta en un futuro cercano? ¿Hay alguna manera de evitarlas?

R: Tal y como están las cosas ahora, seguramente seguiremos enfrentándonos cada vez a más problemas como este. La solución pasa, por un lado, para que las administraciones hagan controles a las frutas y verduras que vienen de otros países para evitar la entrada de más especies invasoras. Lo ideal, sin embargo, es que todo el mundo consuma de proximidad y de temporada: si fuera así, no sería necesario importar y probablemente no correríamos tantos riesgos.

P: Estos días celebramos la Semana de la Naturaleza y, concretamente, el pasado 22 de mayo fue el Día Internacional de la Diversidad Biológica. En qué consiste la biodiversidad cuando hablamos de agricultura? ¿Qué relación tiene con la agricultura sostenible? ¿La diversidad de cultivos puede evitar las pérdidas alimentarias?

R: El término «biodiversidad» en agricultura implica muchas cosas. Podemos hablar de biodiversidad de fauna (es decir, aquellos insectos o animales que pueden ser beneficiosos o no para el cultivo) o de flora. Si favorecemos la diversidad podemos controlar las plagas de forma biológica y ahorrarnos muchos químicos; por no hablar de que cada vez tenemos que ajustar más el uso del agua y, en un contexto de cambio climático, necesitamos plantas que sean resistentes a las altas temperaturas para evitar futuras pérdidas causadas por la falta de riego. No obstante, siempre quedará algún resto… que puede ser aprovechado por proyectos como el de la Fundación Espigoladors.

Laura, voluntaria: «Ver los camiones de las entidades llenos de comida que hemos cosechado me hace sentirme realizada»

Muchas personas encuentran en el espigueo una manera de reencontrarse con la naturaleza a la vez que realizan una labor en beneficio de la comunidad

Laura, voluntaria: «Ver los camiones de las entidades llenos de comida que hemos cosechado me hace sentirme realizada»

Muchas personas encuentran en el espigueo una manera de reencontrarse con la naturaleza a la vez que realizan una labor en beneficio de la comunidad

Aunque se trata de una práctica milenaria, la palabra «espiguear» es bastante desconocida. «No habíamos oído hablar de ello», dicen muchos voluntarios y voluntarias cuando les preguntas cómo es que han terminado cosechando acelgas o coles una mañana de marzo en Viladecans. El espigueo les supone una especie de reencuentro con la naturaleza y con una práctica muy arraigada en nuestra cultura, pero que se ha ido perdiendo con el tiempo -y las lógicas de mercado.

Muchas personas vienen a los espigueos a través de entidades sociales; otros, porque lo vieron en la televisión o en las redes; o gracias al boca-oreja cortesía de amigos y familiares. Y salen entusiasmadas, ya que es fácil encontrarse con quien repite varios días a la semana. En este campo de acelgas del Parque Agrario del Baix Llobregat ya hemos venido hasta 5 veces durante esta temporada, porque el precio de venta de la verdura es tan bajo que al productor no le sale a cuenta invertir dinero para hacer la cosecha.

«Es la segunda vez que vengo, y esta vez me he pedido fiesta en el trabajo expresamente», explica Laura, una voluntaria de 33 años que trabaja de administrativa en Barcelona. «Hace tiempo que tenía ganas de hacer voluntariado y ayudar a los demás, pero no encontraba una iniciativa que me acabara de encajar, porque muchas se desarrollan en el entorno urbano y yo quería trabajar en algo relacionado con el medio ambiente. De hecho, me había planteado apuntarme a limpiar playas «, explica. Pero al conocer el significado del espigueo algo en ella hizo «clic»: «En cuanto lo conocí vi claro que ya había encontrado lo que estaba buscando. Una tarea que me permitía estar en el campo, al aire libre -algo muy necesaria en estos tiempos de pandemia- y ayudar a los demás. Ver los camiones de las entidades sociales llenos de comida que hemos cosechado me hace sentirme realizada. Hemos contribuido al aprovechamiento de todos estos alimentos y hemos ayudado a que más lo necesita «.

Este sentimiento de satisfacción a la hora de ayudar a la comunidad lo comparten también otros voluntarios como Sergio, vecino de Sant Boi y miembro de la Tienda de Alimentos Solidarios. Mientras espiguea naranja amarga de los árboles del barrio de Vinyet, en el marco del proyecto piloto para espigar los árboles frutales de las calles, explica que él en su momento también fue usuario de la entidad: «la Tienda me estuvo ayudando mucho tiempo y creo que hay que devolver el favor de alguna manera «. Gema, que también es miembro de la Tienda, comenta que ella está en el paro y que «este voluntariado es el mejor trabajo que puedo hacer».

Voluntarios y voluntarias de la Tienda Solidaria de Sant Boi, en el espigueo de naranja amarga de calle organizada en la ciudad el pasado mes de marzo

Con nuestra labor forma hacemos crecer movimiento social que reivindica que las personas deben estar en el centro de la economía: los colectivos más vulnerables, los productores y productoras y, por supuesto, el conjunto de personas voluntarias, entre otros.

Un cambio de conciencia social, revalorizar los alimentos y promover una cultura de aprovechamiento son aspectos clave para revertir la amenaza del cambio climático y promover el aprovechamiento alimentario es una de las vías para conseguirlo.

Como Laura y Sergio, más de 2.000 voluntarios y voluntarias de toda Cataluña ya han vivido experiencias espigadoras el Parque Agrario del Baix Llobregat o en las zonas agrícolas del Maresme, el campo de Tarragona y Tierras del Ebro. Y tú, quieres unirte al movimiento? Hazte espigador / a! #JoEspigolo

Una lectura crítica del nuevo informe sobre desperdicio alimentario publicado por el PNUMA

La Fundación Espigoladors propone una revisión de la metodología y la interpretación de los datos recogidos en el nuevo informe sobre desperdicio de PNUMA para poder avanzar hacia la construcción de soluciones transversales a esta problemática.

Una lectura crítica del nuevo informe sobre desperdicio alimentario publicado por el PNUMA

El desperdicio alimentario es un emergencia climática y social. El nuevo informe del PNUMA publicado esta misma semana de marzo muestra nuevos datos de la magnitud de esta problemática. Pero, aunque estos puedan sernos de utilidad para crear un marco conceptual de esta problemática, no deben eclipsar la necesidad aún latente de crear modelos transversales que trabajen en la prevención y reducción del desperdicio y de sus efectos sociales y ambientales.

La meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas establece que “De aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos por cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha.”

Para la medición de la consecución de esta meta por parte de los Estados Miembros signatarios, se han diseñado dos componentes específicos. Uno medirá las pérdidas y otro el desperdicio. Las pérdidas se medirán con el Índice de pérdidas de alimentos, centrado en los alimentos que se descartan desde la producción en los campos, hasta el nivel minorista, sin incluirlo. Y el Índice de desperdicio de alimentos que incorpora los niveles minoristas y de consumo. La FAO es la encargada del desarrollo y medición del Índice de pérdidas, y a su vez, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) el de desperdicio.

Celebramos que ayer día 4 de marzo de 2021 PNUMA publicara un primer informe sobre la situación mundial con respecto al índice de desperdicio alimentario. Para su elaboración, los investigadores e investigadoras revisaron los artículos publicados a nivel mundial hasta la fecha que incluyen datos cuantitativos del desperdicio generado en la distribución minorista, la restauración y los hogares. Estos datos han sido comparados con el concepto de desperdicio definido por el PUMA y con su calidad, que se ha estudiado teniendo en cuenta factores como el tamaño de la muestra, el método de medición utilizado o el alcance geográfico de los estudios. Con todo, han elaborado un análisis cualitativo de la calidad de los datos y han establecido recomendaciones para los Estados Miembros en su labor en la recogida de datos. Asimismo, también han realizado una estimación del desperdicio alimentario por país, y han comparado unos con otros.

Las principales conclusiones del artículo son las siguientes:

  • Se estima que en 2019 se han generado 931 millones de toneladas de residuos alimentarios entre la distribución y el consumo a nivel mundial.
  • Las cifras publicadas hasta el momento sobre desperdicio son inferiores a las obtenidas en este estudio del PNUMA. Éste señala que las cifras publicadas en 2011 por la FAO solo representan la mitad el desperdicio que se produce en las últimas etapas de la cadena alimentaria.
  • En el caso de España, el estudio estima que se están desperdiciando 77 kg por persona y año en los hogares.
  • Los datos publicados en este informe permitirán realizar estudios comparativos sobre la evolución de los Estados Miembro en materia de prevención y/o reducción de desperdicio alimentario. En 2022 se realizará una nueva extrapolación por países, que podrá compararse con los datos recogidos en este primer informe.
  • Piden a los Estados Miembros realizar estudios específicos de calidad con los que poder reportar el desperdicio alimentario generado.
  • Hay una gran falta de datos generalizada, y con los informes publicados las estimaciones no tienen una gran precisión. Hay que interpretarlas como un punto de partida, con el cual mejorar la toma de datos y situar el debate en la esfera pública y política.

A pesar de los avances alcanzados con este estudio, no podemos dejar de resaltar múltiples consideraciones que a nuestro parecer son importantes para interpretar de manera correcta las cifras recogidas en el informe del PNUMA y las conclusiones que emanan de éste.

Calidad de los datos:

En primer lugar, es importante poner sobre la mesa que los investigadores e investigadoras del PNUMA reportan de manera recurrente a lo largo del informe la incertidumbre existente en los datos existentes hasta la fecha sobre desperdicio alimentario. Además, posiblemente se han quedado fuera del análisis informes en lenguas distintas del inglés. Por ejemplo, en el caso de España, solo se ha utilizado una referencia cuando existen diferentes informes al respecto, entre los que se encuentra el Panel de desperdicio del Ministerio de Agricultura, que los estudia a nivel de hogares.

En segundo lugar, teniendo en cuenta las características del informe, desde Espigoladors consideramos que los datos recogidos no deberían interpretarse de manera precisa ni usarse para hacer comparaciones entre países. Eso sí, sin lugar a dudas, los datos tienen un gran poder para definir la magnitud de la problemática, que sin duda cuenta con grandes volúmenes y que deben reducirse urgentemente.

Interpretación de los datos y definición de “food waste”

El informe del PNUMA define “food waste” como “el alimento y sus partes no comestibles asociadas, retiradas de la cadena de suministros de alimentos humanos (en determinadas circunstancias); venta minorista, servicios de comida y hogares. Por retirados de la cadena de suministro de alimentos para humanos se entiende cada uno de los destinos finales: vertedero, combustión controlada, alcantarillado, basura / descartes / desperdicios, digestión co / anaeróbica, digestión de abono / aeróbica o aplicación al suelo.”

Los datos reportados en este informe consideran las partes comestibles y las no comestibles. Por tanto, sería más correcto hablar de residuos alimentarios y no de desperdicio alimentario, el término que generalmente se utiliza en lengua española. Somos conscientes que en los países de lengua latina utilizamos el término desperdicio alimentario o similares para referirnos a lo que en inglés es “food waste”, pero en este caso es muy importante tenerlo en cuenta, ya que se están considerando las partes no comestibles de los alimentos desechadas: huesos, pieles de frutas, etc.

Además, normalmente los estudios realizados por Europa y Norte América durante los últimos años centrados en los hogares han puesto el foco en la parte comestible de los alimentos. No hemos podido esclarecer si, en el informe, este factor se ha tenido en cuenta durante la extrapolación de los datos realizada en base a los datos existentes, y en la elaboración del ranking de niveles de desperdicio final por país.

Considerar las partes comestibles y no comestibles en todos los países del mundo para medir el índice de desperdicio puede servir para unificar métodos y estandarizar los datos. No obstante, habría que considerar los patrones alimentarios y la cultura alimentaria de los diferentes países. A modo de ejemplo, no es lo mismo que una familia cocine en casa pollo a partir de un pollo que despluma, deshuesa, etc.; a una familia que ingiere la misma cantidad de pollo pero lo compra en una bandeja monodosis. En el caso de la segunda familia, las plumas, huesos y partes no comestibles del pollo se habrían quedado en puntos anteriores de la cadena alimentaria, mientras que en el caso de la primera, estarían en su cubo de basura y serían consideradas desperdicio. Pasaría lo mismo con una familia que mayoritariamente consume productos pre-cocinados, pre-cortados, congelados, etc., pues teniendo en cuenta este índice acabará generando mucho menos residuos en el hogar que otra que compre producto fresco directamente de los productores y productoras.

Queremos resaltar que hay que interpretar el informe como un ejercicio teórico de extrapolación de datos, pero que hay que tener cautela en el momento de interpretar los datos, y así lo hacen los investigadores a lo largo de todo el informe. En este sentido, no creemos oportuno comparar Nigeria, que según el informe tiene un desperdicio de 189 kilos por habitante, con Estados Unidos con un dato de 59 kilos. En el caso de Nigeria existe un único estudio de referencia, y éste es un estudio elaborado en 2016 a tan solo 100 hogares para evaluar la generación de residuos en sus hogares.  

Meta 12.3

Nos sorprende que el PNUMA reconozca que el Índice de pérdidas y el Índice de desperdicio no sean agregables. Esto quiere decir, que se están dedicando cientos de horas de trabajo (más que necesarias sin duda) para acabar obteniendo unos datos parciales que serán incapaces de mostrarnos como están los diferentes países signatarios de los ODS en materia de pérdidas y el desperdicio a nivel de sistema agroalimentario.

El problema de las pérdidas y el desperdicio alimentario es un problema estructural del sistema agroalimentario, que no puede seguir tratándose de manera parcial analizando individualmente cada una de las etapas de la cadena alimentaria. Los volúmenes generados en una etapa pueden estar causados por comportamientos y decisiones de agentes que operan en otra, pues hay causas multifactoriales que no empiezan ni acaban con el cierre de una etapa.  Por lo tanto, ¿qué sentido tiene que una meta global de reducción de las pérdidas y el desperdicio no tenga un indicador conjunto?

Es necesario poner cifras a los volúmenes generados en cada etapa de la cadena, pero es urgente tener visiones y aproximaciones sistémicas en estas diagnosis si se quiere revertir el actual panorama.

Queremos también resaltar que las definiciones y conceptos usados por la FAO y PNUMA para pérdidas y desperdicio no son equivalentes a los utilizados en Europa. Así que pedimos que se interpreten los datos y resultados de ambos Índices con esta consideración. En definitiva, esta interpretación no agregada de las causas y teniendo en cuenta definiciones dispares puede generar confusión, y llegar a determinados actores o etapas de la cadena al tratarlo de manera aislada y no en su conjunto.

Cosificación de los alimentos

Nos sorprende que se incorpore una definición de “food surplus” (excedente de alimentos) que incluya los alimentos redistribuidos para consumo humano.  No sabemos si de manera consciente o no, pero el hecho es que pudiera parecer qué si no hay un intercambio monetario, este alimento ya pasa a ser un alimento de segundas. Desde Espigoladors consideramos que los alimentos son más que una simple mercancía o commodity, y deben ser considerados como un bien imprescindible para nuestra supervivencia y bienestar. El hecho de calificar de excedente a unos alimentos que han sido ingeridos por personas, sin entrar en de qué manera han llegado a éstas, es un claro indicativo de la necesidad de un enfoque más radical para atender a la emergencia climática y social que representan las pérdidas y desperdicio alimentario. Sin un cambio de mentalidad generalizada no se alcanzará la meta 12.3.  

California también es espigadora

Espigoladors establece conexiones internacionales. Visita entidades espigadoras de los Estados Unidos, un territorio donde esta práctica está muy extendida.

California también es espigadora

Espigoladors viajamos a los Estados Unidos para conocer otras entidades espigadoras

Marc Farrés, responsable de espigamiento de la Fundación Espigoladors, en la localidad californiana de San Luis Obispo durante una espigada con Glean SLO.

La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado el 29 de septiembre Día Internacional de Concienciación sobre las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario. Este año se ha celebrado por primera vez, y la Fundación Espigoladors hemos organizado un conjunto de actos para celebrarlo.

Una de las acciones que hemos llevado a cabo es la puesta en marcha de la campaña internacional #WeAreGleaners (wearegleaners/fwlday). Hemos reunido más de una veintena de entidades espigadoras de todo el mundo con el objetivo de visibilizar y reivindicar el potencial del espigamiento como actividad de lucha contra las pérdidas y el desperdicio alimentario.

Nuestro trabajo en el marco internacional, eso sí, ya había empezado mucho antes. A inicios de este 2020, Marc Farrés, el responsable del área de espigamientos de nuestra Fundación, realizó un viaje muy especial por el estado de California, situado en la costa oeste de los Estados Unidos. La elección de la destinación tiene una explicación bien clara: en este país el espigamiento es una actividad muy consolidada, podemos encontrar más de trescientas entidades que se dedican a ello. California, además, es uno de los estados con más conreo de frutas y verduras, sobretodo en su plana central, y cuenta con más de cuarenta entidades espigadoras. Marc conoció a cuatro de ellas, con quienes compartió experiencias y aprendizajes.

Su ruta empezó por el norte de California, cerca de San Francisco. Al extremo sur de la bahía que baña esta famosa ciudad, encontramos la ciudad de San José, conocida como la capital de la zona de Silicon Valley. El gran número de empresas tecnológicas que desde los años 70 empezaron a instalarse en la región, ha propiciado un proceso de gentrificación con una presión urbanística muy fuerte que ha ganado terreno a la agricultura. Pero a pesar de la falta de campos de conreo, en esta zona casi todos los jardines particulares de las casas, los backyards, tienen árboles frutales. Craig Disrerens, un vecino de la zona que se dedicaba al mundo empresarial, un buen día empezó a preguntarse qué se hacía con toda la fruta de los jardines, y decidió cosecharla y elaborar mermeladas con un grupo de chicos y chicas de su barrio para aprovecharla. En 2001 hizo crecer su proyecto y creó Village Harvest, una entidad pionera de espigamiento de backyards. Actualmente a apartado la elaboración de mermeladas, pero con la ayuda de 6.000 voluntarias y voluntarios consigue espigar 100.000 kg de fruta, mayoritariamente cítricos, cada año.

Craig Disrerens, fundador de Village Harvest.

Sin alejarse demasiado de la costa, pero viajando muchos kilómetros hacia el sur, Marc llegó a la pequeña ciudad de San Luis Obispo, donde conoció el equipo de Glean Slo. Lo que hace especial a esta entidad nacida en 2010, es que actualmente forma parte del banco de alimentos de la ciudad; son sus proveedores de fruta y verdura fresca. Los alimentos que distribuyen los espigan de backyards y de cultivos hortofrutícolas. También recuperan alimentos de los mercados de payés (farmers market).

En Los Angeles Marc hizo una parada obligatoria, no podía irse de California sin conocer a Food Forward, una organización que con pocos años se ha convertido en todo un referente en Estados Unidos. La mayoría de los alimentos que recuperan, 7 millones de kg anuales, son del wholesale Los Angeles, el mercado mayorista de la ciudad. También espigan backyards y, de tanto en cuanto, algún campo de cultivo. Una organización que trabaja con cifras tan elevadas, necesita muchos voluntarios y voluntarias para poder funcionar: ¡cuentan con el respaldo de 20.700 personas, y canalizan alimentos a 30 Servicios de Distribución de Alimentos diferentes!

Marc Farrés a Los Angeles amb l’equip de Food Forward

Produce Good es la última entidad que Marc conoció. Están en Encenitas, una pequeña ciudad costera de la provincia de San Diego. Su actividad está centrada en el espigamiento de fruta en los backyards, y una vez a la semana acuden a 4 farmers markets. Marco quedó enamorado del entorno natural de sus oficinas: son una antigua granja envuelta de prados que han convertido en un espacio de trabajo compartido.

Con todos ellos y ellas, Marc pudo compartir la situación que vive el espigamiento en Cataluña. Les explicó nuestro modelo y cómo la actividad que llevamos a cabo es muy cercana al sector primario. A diferencia de las entidades estadounidenses, que eminentemente espigan backyards y farmers markets, aquí tenemos mucha relación con los agricultores y agricultoras y sus campos. Eso sí, a pesar de las diferencias, el objetivo de todas las entidades es el mismo: propiciar que los colectivos más vulnerables tengan acceso a una alimentación saludable, y crear una red ciudadana que actúe contra las pérdidas y el desperdicio alimentario.

Apoyo mutuo desde los barrios para hacer frente a la Covid-19

Espigoladors colaboramos con las redes de apoyo mutuo nacidas a raíz de la Covid-19 para garantizar el derecho a una alimentación saludable a los colectivos más vulnerables.

Apoyo mutuo desde los barrios para hacer frente a la Covid-19

Espigoladors colaboramos con las redes autogestionadas nacidas a raíz de la crisis sanitaria para garantizar el derecho a una alimentación saludable a los colectivos más vulnerables.

Algunas redes de apoyo alimentario han venido a los campos del sector primario a recoger las frutas y verduras. Fotografía de Josep Lago

La actual crisis causada por el estado de emergencia de la Covid-19 ha puesto en evidencia, una vez más, el frágil e injusto sistema socioeconómico en el que vivimos. Un sistema que prioriza el crecimiento y el lucro económico, basado en las desigualdades sociales, en la precarización estructural y que no tiene en cuenta la emergencia climática. Una crisis que, una vez más, recae violentamente hacia las personas y colectivo más vulnerables y precarizados.

Muchas personas se están viendo abocadas a situaciones de extrema vulnerabilidad, unas situaciones que no paran de empeorar. Frente a esta realidad han emergido en tiempo récord varias iniciativas vecinales y de apoyo mutuo, desde la autogestión, para darle respuesta. Son un total de veinte redes de apoyo mutuo, a las cuales la Fundación Espigoladors hemos apoyado desde un inicio para contribuir a garantizar el acceso a una alimentación saludable de los colectivos más vulnerables. Muchas de estas iniciativas se han impulsado desde colectivos ya consolidados, como sindicatos de vivienda, redes vecinales, colectivos migrantes y antiracistas, que se han reinventado para dar respuesta a las necesidades sociales nacidas de este contexto. Otras iniciativas han aparecido con fuerza, de manera espontánea, gracias a la solidaridad vecinal.

La distribución de alimentos es una de las actividades esenciales de estas redes populares, siendo el acceso a la alimentación una de las necesidades más evidentes derivada de los impactos socioeconómicos de esta crisis sanitaria. De manera espontánea se han estructurado y organizado estas redes de apoyo alimentario, que han visto aumentar exponencialmente el número de familias atendidas, viéndose desbordadas al cabo de pocas semanas del inicio de la crisis. Actualmente hay veinte redes de apoyo alimentario en el área metropolitana de Barcelona, una cifra que evidencia que el acceso a la alimentación no es un derecho que esté garantizado para muchas personas y familias, poniendo en cuestión el sistema alimentario imperante.

Un compañero del Comité de Alimentos de Poble-sec lleva alcachofas espigadas a la Base, el espacio desde el cual esta red coordina las donaciones de alimentos. Fotografía de Josep Lago

Frente a esta realidad, desde Espigoladors hemos iniciado una colaboración con las diversas redes de apoyo alimentario, para contribuir y seguir trabajando de acuerdo con nuestro propósito: garantizar una alimentación digna y saludable para todas las personas, especialmente de aquellas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad. De esta manera, canalizamos alimentos frescos de productores y productoras locales, así como otros productos que se descartan de los circuitos comerciales, y los hacerlos llegar a las distintas redes vecinales. Creemos que el derecho a la alimentación no debería reducirse a llenar barrigas, sino que debería garantizar una alimentación adecuada, digna y saludable para todas. La situación de emergencia social que estamos viviendo también ha hecho que estas redes, de manera extraordinaria, reciban alimentos frescos del Banco de los Alimentos.

El equipo de Espigoladors hemos gestionado las donaciones que el Banco d’Aliments ha realizado a las diversas redes.

El contexto de crisis evidencia, nuevamente, como las respuestas desde el apoyo mutuo son imprescindible cuando se trata de afrontar las realidades de una manera colectiva y solidaria, y de empezar a repensar nuestros modelos de producción y de consumo. Un momento de crisis como el actual pone de relieve la necesidad de cambios profundos y estructurales en la manera de vivir y organizarnos, y un elemento clave es repensar de qué manera nos alimentamos, como producimos lo que comemos y cómo hacer que la alimentación sea sostenible, adecuada y accesible para todas.

Durante estos meses hemos podido ver como muchos agentes se han agrupado y han trabajado en red para poder dar respuesta a las necesidades imperantes poniendo las personas en el centro, teniendo en cuenta sus necesidades y preocupaciones. Es un contexto que nos impulsa a aprender de los errores y de la experiencia para crear nuevos modelos que busquen la transformación social desde acciones locales que cuenten con una visión global.  

Canalización de 11.000 unidades de calçots a las redes de apoyo alimentario de Poble-sec, Gòtic, Raval y el Hospitalet.

Josep Pañella: “Tocados y hundidos de nuevo, y a levantarse otra vez”

El Presidente de la Cooperativa Agropecuria de Gavá Josep Pañella relata la experiencia del sector primario del Parque Agrario del Baix Llobregat durante un 2020 marcado por fuertes inundaciones y la Covid-19.

Josep Pañella: “Tocados y hundidos de nuevo, y a levantarse otra vez”

El Presidente de la Cooperativa Agropecuaria de Gavá relata la experiencia del sector primario del Parque Agrario de Baix Llobregat durante un 2020 marcado por fuertes inundaciones y la Covid-19.

Josep Pañella

Los agricultores y agricultoras del Parque Agrario del Baix Llobregat hace años que se ven obligados a afrontar múltiples contratiempos para seguir realizando su trabajo. Josep Pañella, Presidente de la Cooperativa Agropecuaria de Gavá, explica que desde 2018 hasta hoy “vamos muy mal”. “En el 2018 tuvimos tres inundaciones, y en el 2019 una granizada con el epicentro en Gavá”, dice. Pero el año más difícil ha sido sin duda el 2020: en el mes de enero el temporal Gloria inundó muchos campos e hizo perder cosechas; lo ha seguido la Covid-19, que ha dificultado la comercialización de muchos productos; y en el mes de abril el sector primario de Parque Agrario ha tenido que afrontar nuevas inundaciones.

Pañella se muestra preocupado por estas inundaciones sistémicas, que asegura que afectan sobre todo Gavá y Viladecans. Para hacerles frente iniciaron la campaña El sector primario se ahoga, queremos soluciones juntamente con la Cooperativa de Viladecans. “Buscábamos apoyo, que la gente supiera que el sector primario de Parque Agrario estamos muy abandonados, que tenemos las mismas estructuras que hace 30 años”, explica. Cuando empezaron a tener reuniones con las diversas instituciones para encontrar soluciones, irrumpió la Covid-19 y las negociaciones se paralizaron. A pesar de ello, Pañella es optimista: “la administración no lo dejará, está valiente”.

A él, pero, el Gloria le hizo perder buena parte de los calçots y toda la cosecha de espinacas. Con las inundaciones de abril ha vuelto a perder las espinacas y, esta vez, también la patata. “Yo no recuerdo haber perdido nunca una cosecha de patatas, y cuando hablo con la gente mayor me dicen que tampoco lo recuerdan”, resalta. De esta cosecha no podrá aprovechar ni el 20%: “Creo que no podré ni tener patatas para mi casa”, especifica.

Inundaciones en los campos de Gavá

La Covid-19 también ha sido la responsable de la pérdida de buena parte de las cosechas más características de Gavá, el calçot y el espárrago blanco. “El calçot de este año ya iba tarde a causa de los aguaceros, y la Covid-19 nos pilló a final de temporada”, dice Paella. Él calcula que en Gavá se perdió aproximadamente el 25% de la cosecha a causa del cierre de la restauración, 1 millón de los 4 que generalmente comercializan. Aunque cuenta que las diversas campañas de apoyo, como la #CalçotadaEnCasa impulsada por Espigoladors, les ayudaron, las vendas han sido mucho menores que en años anteriores.

El espárrago blanco también es un cultivo que se destina mayoritariamente a la restauración, y por lo tanto la Covid-19 ha hecho disminuir su comercialización. Pañella explica que en los últimos años, la demanda de este cultivo creció mucho gracias a la implicación, precisamente, del sector de la restauración. Habla sobre la Asociación Gastronómica de Turismo (AGT) del Baix Llobregat: “Han hecho mucha promoción de espárrago, nos han permitido darle un valor y creo que en los próximos años, si no pasa nada, podemos darle salida”.

Gavá tiene una tradición histórica con este cultivo: durante los años 30 del siglo pasado vivió su momento de máximo esplendor y se empezó a celebrar la Feria del Espárago. La de este año ha tenido que ser virtual, y Pañella asegura que no ha contribuido a aumentar las ventas. “Hay muchos agricultores que no los han ni cosechado”, lamenta. Y es que la cosecha del espárrago requiere mucha dedicación, se tiene que hacer manualmente y con mucha cura. Él, pero, sí que los ha cosechado. “Era el primer año que los plantaba, me animé a hacerlo y me he encontrado con este problema. Los he regalado mucho”, explica.

Josep Pañella cosechando espárragos en Gavá

A pesar de la unicidad de este 2020, no es la primera vez que Pañella se ve obligado a superar situaciones de adversidad. “Tocados y hundidos de nuevo, y a levantarse otra vez”, relata. Él quiere ser optimista, asegura que plantará lo mismo que el año pasado, pero con la duda constante sobre qué les espera el año que viene. Eso sí, sabe que si alguna cosa buena hemos sacado de esta situación sin precedentes, es que todo el mundo es ahora consciente de que “el sector primario es necesario”.

#DesperdiciarNoEsLegal: la prevención del desperdicio alimentario ya tiene Ley

#DesperdiciarNoEsLegal: la prevención del desperdicio alimentario ya tiene Ley

 “Desperdiciar es una palabra que estamos aprendiendo a decir”, dijo la cocinera Ada Parellada en un acto de la Fundación Espigoladors. Parellada se refería al hecho que las perdidas y el desperdicio alimentario es un problema que justo está empezando a ser conocido y que cuenta con poca movilización social. Aún ser uno de los causantes del cambio climático, las personas siguen quedando sorprendidas cuando conocen la cifra que 1/3 de los alimentos producidos anualmente a escala global no llegan a ser consumidos.

Para hacer frente a esta problemática global, el pasado miércoles día 4 de marzo el Parlament aprobó por unanimidad la Ley sobre la Reducción del Desperdicio Alimentario. En el proceso de creación de esta norma participaron distintas organizaciones, sindicatos y administraciones, que se marcaron el reto de reducir, el año 2030, las pérdidas y el desperdicio alimentario en un 50%. Una de ellas fuimos nosotras, porque consideramos que la existencia de marcos legales es indispensable para la disminución de esta problemática.

La norma catalana persigue el objetivo de prevenir la generación de pérdidas y desperdicio en todos los estadios de la cadena alimentaria, desde el sector primario hasta los consumidores finales. Esta finalidad preventiva es precisamente lo que la diferencia de las ya existentes leyes francesas e italianas, centradas en la redistribución de excedentes alimentarios. Además, es también el primer texto legal europeo que regula el espigamiento y lo entiende como una actividad de prevención. En definitiva, es una ley pionera que supondrá un cambio de paradigma en la actividad de diversos agentes de la cadena alimentaria.

Aquí tenéis 5 puntos clave de la nueva ley:

  • El espigamiento, una práctica regulada y sin ánimo de lucro

La norma define el espigamiento como una actividad complementaria y sin ánimo de lucro que contribuye a la prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario. En este sentido, se publicará una Guía de Buenas Prácticas para un Espigamiento Seguro, redactada por la nuestra Fundación por encargo del Departamento de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Generalitat de Catalunya.

  • Sector primario, empresas y entidades distribuidoras obligadas a prevenir y cuantificar

Todos los agentes implicados en la cadena alimentaria deberán tener y aplicar un “Plan de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario”. Asimismo, estarán obligadas a cuantificar las pérdidas y el desperdicio que creen con su actividad. Esta información es básica para seguir avanzando en las soluciones a esta problemática social y medioambiental, que actualmente cuenta con pocos datos.

  • La administración pública también tendrá obligaciones

La Administración será la encargada de analizar y ordenar todos los datos provenientes de los distintos agentes de la cadena alimentaria. También lo será de facilitar la creación de espacios y sistemas para la distribución de excedentes, y de elaborar el Plan Estratégico de Prevención de pérdidas y desperdicio.

  • Alimentos de temporada y tuppers en los restaurantes

El sector de la restauración y de la hostelería tendrá la obligación de promover el consumo de productos de temporada y de proximidad. De la misma manera, deberá facilitar que los consumidores y consumidoras se lleven todo lo que no hayan podido acabarse en un envase biodegradable o reciclable.

  • La sensibilización, una herramienta indispensable

Administración y empresas implicadas en la cadena alimentaria deberán velar por el fomento del conocimiento respecto esta problemática global. Entre muchos aspectos, deberán fomentar también las buenas prácticas comerciales.

La administración pública, además, deberá incluir las pérdidas y el derroche alimentario en los planes educativos.

Espigoladors celebramos la aprobación de esta norma. La consideramos una muestra de compromiso por part de la administración y de todas las entidades implicadas en su redacción. Sabemos que si sumamos fuerzas, llegaremos más lejos.

Espigar viene de lejos: Un repaso histórico

Un repaso histórico de la práctica de espigar pasando por textos religiosos, normas escritas y obras artísticas.

Espigar viene de lejos: Un repaso histórico

Des Gleneuses (1857), de Jean-François Millet

Según el Diccionario de la Real Academia Española “espigar” significa coger las espigas que han quedado en el rastrojo. Lo que no aclara el diccionario es quién tiene que llevar a cabo la acción y a qué lugar tiene que destinarse el producto recogido para que una práctica pueda considerarse un espigamiento. Por suerte, hay muchos documentos históricos que nos ayudan a concretar estas informaciones. Una de las primeras menciones a esta práctica la encontramos en el Antiguo Testamento de la Biblia. El Levítico 23:22 dice: “cuando segareis la mies de vuestra tierra, no segaréis hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el pobre y para el extranjero la dejarás. Yo Jehová vuestro Dios”. Este es un solo ejemplo de las referencias bíblicas a la práctica de espigar, que se reserva en todo momento a las personas con pocos recursos.

Los rabinos judíos, religión que también se basa en el Antiguo Testamento, decidieron hacer una lectura cerrada y excluyente de las interpretaciones bíblicas del espigamiento. Fue así como decidieron que solo se podía espigar trigo y viña siempre y cuando no se obtuviese ningún tipo de beneficio económico. Esta falta de beneficio chocaba con el uso que se hacía de la actividad en países como Inglaterra, donde los productos espigados conformaban buena parte de los ingresos de la población más vulnerable. Hay otras religiones que también hacen referencia a la práctica de espigar: el Hinduismo la define como una de las cuatro mejores ocupaciones de los Brähmans, y el Jainismo la incluye en sus rutinas de meditación. El Islam, en cambio, es una religión con pocas referencias agrícolas, y define el espigamiento como la acción de recoger alguna cosa del suelo.

Las religiones dejaban abierta la posibilidad de espigar los campos que ya habían sido cosechados a todo el mundo que no tuviera recursos. Las representaciones artísticas de la primera mitad del siglo XIX sobre esta práctica refuerzan este enfoque. Mujeres sin recursos son sus protagonistas, y muchas veces están acompañadas de un patrón que las observa. El secreto de por qué solo están representadas mujeres es sencillo y responde a los roles de género asignados a lo largo de la historia: el espigamiento era una tarea que requería atención y no fuerza física, por eso estaba reservada a este colectivo. Además, el hecho que se pudiera hacer conjuntamente con niños y niñas, que también eran los encargados de espigar, aún reforzaba más esta asignación.

“Des Gleneuses” (“Las espigadoras”), de Jean-François Millet, es el cuadro más reconocido sobre esta temática, pero fueron múltiplos los artistas que retrataron esta realidad. Vincent Van Gogh es quien consiguió hacer una recopilación más realista de las condiciones de estas mujeres espigadoras: mientras en las otras pinturas aparecen con figuras esbeltas, Van Gogh las pinta cansadas y delgadas, captando de esta forma el sufrimiento de las clases rurales trabajadoras de la época.

Des de la época medieval el espigamiento fue una práctica que se realizaba en la mayoría de los países europeos con poca regulación. Los campos estaban protegidos por un guardián hasta que acababa la cosecha, y era entonces cuando empezaban los días de espigamiento. Con el sonido de una campa se marcaba el inicio de la jornada, que acababa al anochecer con el mismo sonido. Con esta práctica se intentaba que todo el mundo tuviera las mismas posibilidades de espigar alimentos suficientes para poder comer e incluso para hacer un poco de negocio. Durante la edad moderna el espigamiento no desapareció. En Francia, el rey Enrique II emitió un decreto sobre el espigamiento el año 1554: “el derecho a espigar es para la gente mayor, para los niños y niñas, para los más desfavorecidos y para los discapacitados”.

Con el fin de la edad moderna y el auge de la propiedad privada en las explotaciones agrícolas, la práctica de espigar se fue regulando cada vez más. En el Reino Unido, el año 1788 se llevó a cabo un proceso judicial llamado “The Great Gleaning Case” (“El gran caso del Espigamiento”). Por primera vez un juez hizo prevalecer el derecho a la propiedad privada por encima del derecho universal a espigar, decretando que era necesario el consentimiento del propietario para ejercer el espigamiento. Desde aquel momento, en el Reino Unido el espigamiento dejó de ser considerado un derecho universal porque, decía la sentencia, no todo el mundo estaba informado sobre su existencia. En la Unión Soviética, muchos años después, fueron incluso más lejos y prohibieron esta práctica por considerarla un quebranto de la producción estatal. Otros países como China y Francia, en cambio, sí que contemplaban el derecho a espigar en sus regulaciones estatales. Pero por más laxa que fuese la regulación, con la llegada de la segunda industrialización y la sociedad de consumo, la práctica del espigamiento llegó a su fin.  

Hoy en día, en algunos lugares del mundo occidental se ha recuperado la práctica de espigar. Sin embargo, el perfil de las personas espigadoras y de los alimentos que se recogen ha cambiado. Quien espiga los campos ya no son personas sin recursos del mundo rural, actualmente son mayoritariamente gente de cuidad con un buen nivel socioeconómico preocupadas por las problemáticas medioambientales. Las perdidas y el derroche alimentario, que consiste en la pérdida de alimentos nutritivos destinados al consumo humano a lo largo de la cadena de suministro, es una de las problemáticas medioambientales contra la que luchan los nuevos espigadores. Se calcula que cada año, a nivel mundial, se derrochan 1.300 millones de toneladas de alimentos, lo que equivale a un tercio de la comida producida. Para revertir estas cifras y recuperar alimentos que de otra forma hubieran sido descartados, han aparecido diversas organizaciones en todo el mundo que con la ayuda de voluntarios y voluntarias espigan los campos, recuperan alimentos y les dan una segunda vida. La Fundación Espigoladors, implementada en Cataluña, es una de ella, pero encontramos otros ejemplos en el Reino Unido como la FeedBack y en Estados Unidos, la Sant Andrews Society.

A través del acercamiento de la ciudadanía al campo, la Fundación Espigoladors tiene el objetivo de dotar de valor los alimentos y el trabajo realizado por el sector primario. Con sus acciones, que realizan conjuntamente con una red de agricultores y agricultoras comprometidas, reducen el despilfarro y las perdidas alimentarias y garantizan el acceso a una alimentación saludable a colectivos que se encuentran en riesgo de exclusión social.

Autor: Jordi Flores

Ellos y ellas aseguran que su objetivo final es desaparece, porque solo así querrá decir que han logrado su objetivo: acabar con el despilfarro alimentario. Eso sí, este tendrá que ir acompañado de la consecución de una igualdad social real que garantice el acceso a una alimentación saludable a todos y todas.