Para el medio ambiente, aprovechamiento

Para el medio ambiente, aprovechamiento

La Fundación Espigoladors celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente reivindicando la importancia del aprovechamiento alimentario

Las políticas estéticas que rigen el mercado alimentario tienen influencia en los colores de frutas y verduras. En los campos, el rango de colores de las zanahorias va desde el morado hasta el amarillo claro. En los comercios, en cambio, solemos encontrar exclusivamente las naranjas.

Cada vez que alguien habla del medio ambiente, la imagen más característica que se evoca son montañas verdes, bosques densos y ríos y lagos de agua cristalina. Cuando hablan de desastres ambientales, en cambio, estos parajes pasan a estar dañados. Las montañas dejan de ser verdes y se llenan de basura, los bosques arden, y el agua de los lagos y ríos pasa a ser marrón. También entre en juego, inevitablemente, el cambio climático y todos sus efectos: el deshielo de los polos, el agujero en la capa de ozono, y todo el conjunto de desastres naturales más extremos que provoca.

Por suerte, las reivindicaciones ambientales, especialmente aquellas relacionadas con el cambio climático, están en el orden del día. Los y las jóvenes de todo el mundo han alzado la voz para reclamar un modelo de organización socioeconómico más sostenible. Últimamente hemos vivido las primeras huelgas por el clima y sus manifestaciones multitudinarias, a las cuales se sumaban todos aquellos y aquellas que ya hace años que trabajan para conseguir un cambio de paradigma. Pese a la notoriedad de las reivindicaciones, muchas de las causas de los desastres ambientales y del cambio climático siguen siendo desconocidas o, como mínimo, pasan desapercibidas. Una de ellas son las pérdidas y el desperdicio alimentario, una problemática social ambiental a la cual la Fundación Espigoladors queremos dar respuesta a través de nuestra actividad. 

“Desperdicio”, decía la cocinera Ada Parellada, es una palabra que estamos aprendiendo a decir. Hace referencia a todos aquellos alimentos aptos para el consumo humano que se descartan a lo largo de la cadena alimentaria, desde el sector primario hasta la despensa de casa. El año 2011, la FAO calculó que anualmente se pierde y desperdicia un tercio de los alimentos que se producen a escala global. Un año más tarde, el estudio Fusiones acotó esta cifra a escala europea; en este territorio se tiran 88 millones de toneladas de alimentos. Y si queremos datos aún más locales, tenemos que fijarnos en el estudio que la Agencia de Residuos de Cataluña y la UAB realizaron el año 2012: solo teniendo en cuenta los sectores de la restauración, el comercio al detalle y el ámbito doméstico, se desperdician 35 kg de alimentos por persona y año.  

Estos calçots habían crecido tanto, que su productor no los pudo comercializar a causa de las políticas estrictas de calibre que rigen el mercado alimentario.

Las pérdidas y el desperdicio alimentario no son solo una problemática ambiental porque suponen la creación de residuos alimentarios, sino que tienen unas implicaciones mayores. Cuando un alimento se descarta, convierte en residuo todos los elementos utilizados en su producción, como el agua y la tierra. Además, contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero; se ha calculado que es el causante del 8% de estas emisiones a escala global. 

Como toda problemática ambiental, las pérdidas y el desperdicio alimentario tienen implicaciones sociales que debemos combatir. Es muy difícil no hablar sobre la contradicción que supone que esta problemática exista en un mundo donde cada vez son más las personas que no tienen garantizado el derecho a una alimentación sostenible. Aún así, debemos señalar que estas dos problemáticas no están correlacionadas, y que las dos están causadas por un sistema de mercado y organización social que no tiene en cuenta ni la justicia social ni la ambiental. 

Una de las implicaciones sociales más claras de las pérdidas y el desperdicio es la dificultad añadida que suponen para el sector primario cuando se trata de comercializar sus productos. Las pérdidas alimentarias que se originan en los campos del sector primario están causadas por un sistema de mercado que exige unos cánones estéticos y de calibre muy difíciles de cumplir, y que imponen unas políticas de precios severas. Este contexto dificulta que el sector primario pueda obtener un rendimiento de su trabajo, que a ojo de la sociedad va perdiendo poco a poco su valor y el de los alimentos. 

En los campos es habitual encontrar porros y zanahorias con esta forma. En los comercios, en cambio, no solemos verlos.

Es por todo eso que hoy, Día Mundial del Medio Ambiente, queremos visibilizar las implicaciones que tienen las pérdidas y el desperdicio alimentario. Desde Espigoladors trabajamos día tras día para ponerle fin, porque queremos construir un modelo sostenible que tenga en cuenta la justicia social. Y porque queremos que este modelo valore el trabajo del sector primario, un agente esencial para el territorio, y los alimentos. Un modelo que, inevitablemente, parra por la circularidad: trabajamos aprovechando residuos, dotándolos de una segunda vida.  

Muchas gracias a todas las personas que habéis pasado a la acción para trabajar por el aprovechamiento alimentario y, especialmente, muchas gracias a todas las personas voluntarias y al sector primario comprometido. Seguimos creando red para el medio ambiente!

El final de la temporada comercial de las acelgas no siempre coincide con el final de temporada que se da en los campos del sector primario. Por eso Espigoladors cosechamos tantas.