La agricultura radical, una propuesta de Murray Bookchin

La agricultura radical, una propuesta de Murray Bookchin

La agricultura es una representación cultural; un fenómeno social y cultural exclusivo de los humanos, o por lo menso eso afirmaba el pensador estadounidense Murray Bookchin (1921-2006). Bookchin fue el primer ideólogo de la teoría de la ecología social, un corriente filosófico y político que empezó a desarrollarse durante la década de los sesenta. Su fundamento teórico se basa en la percepción de los humanos como parte integral del sistema natural, que no deberían hallarse ni por encima ni por debajo de ningún otro de sus componentes. Todo lo contrario, deberían relacionarse con ellos y ellas siguiendo una ética de la complementariedad y la interdependencia. Aun así, teniendo en cuenta que el sistema politicosocial actual los ha llevado a la dominación tanto de la naturaleza como de los otros seres, la teoría de la ecología social lleva a la afirmación que los problemas medioambientales son fundamentalmente de naturaleza social y política.

Bookchin identificó el imperativo de crecimiento de la sociedad capitalista como un peligro para la supervivencia de los distintos ecosistemas. La propuesta práctica que realizó, consistía en la creación de pequeñas comunidades liberadas donde el poder recaiga en manos de una asamblea abierta, y donde no se puedan dar relaciones de dominación, que no considera inherentes a la naturaleza humana. Las diferentes agrupaciones de población vivirían en interdependencia, pero basarían sus intercambios en una ética de la reciprocidad muy diferente a la del modelo capitalista.

El año 1972, Bookchin publicó un ensayo titulado “Radical Agriculture”, donde relata la necesidad de cambiar nuestro sistema agrícola actual, i la estrecha relación que existe entre esta y el modelo de sociedad en el cual vivimos. Según el teórico norteamericano, “nuestra época agrícola contempla el cultivo de alimentos como un negocio que se tiene que llevar a cabo con el único propósito de generar beneficio en el marco de una economía de mercado”. El modelo actual, que no difiere de las otras actividades económicas industrializadas, cuenta con un formato impersonal de producción y usa productos fitosanitários para conseguir un nivel superior de productividad. El teórico también pone de relieve la relación existente entre los consumidores y los alimentos: cuando estos se consumen, están altamente modificados y desnaturalizados. Además, el modelo actual ha dividido a las personas entre consumidoras y productoras, hecho que las aleja de los ideales de intercooperación que tanto valor Bookchin.

Pero no ha sido hasta la llegada del capitalismo que la humanidad y la naturaleza han quedado tan alejadas, afirma el teórico. En otros momentos históricos, y actualmente en otros lugares del mundo basados en modelos de ordenamiento económico y social diferentes, se consideraba la tierra como un elemento inalienable, y el consumo de alimentos como un ritual social sagrado. La tierra era vista como la madre de la vida, y el suelo como un elemento vivo, por lo cual, en el momento de la cosecha, era necesaria la realización de rituales para pedir permiso e incluso disculpas para extraer alimentos. Pese a los elementos mitológicos con los que puedan contar estas visiones, la agricultura primaria era eminentemente ecológica.

Para revertir el modelo actual y volver a cultivar a través de un modelo ecológico, Bookchin ideó la teoría de la agricultura radical. “El objetivo es restituir el sentimiento comunitario: primeramente, reconociendo al suelo como un ecosistema, como una comunidad biótica; y en segundo lugar, entendiendo la agricultura como una actividad de una comunidad humana natural, una comunidad rural y cultural”. La agricultura dejará de entenderse desde el instrumentalismo: la tierra ya no se considerará un recurso natural, pasará a ser la casa de una multiplicidad de seres vivos, entre ellos los humanos.

Con esta nueva concepción de la agricultura, Bookchin considera que se acabará con la relación de dominación que rige el modelo capitalista porque los humanos formarán parte del conjunto de seres vivos bajo una condición de igualdad. Este hecho, dice el teórico, provocará que cada vez se acepte más la variedad, tanto por lo que respecta al mundo agrícola como por lo que respecta al mundo humano. De esta manera, se acabaría con los monocultivos, que Bookchin considera tan perjudiciales para el suelo.

En definitiva, Bookchin elabora una teoría filosófica con una salida práctica. Con el municipalismo en el punto de mira, cree firmemente que los cambios a nivel local pueden contribuir a cambiar un sistema global que atenta contra el medioambiente. El modelo de Espigoladors se alinea con esta visión de Bookchin: lucha para conseguir cambios locales para, a largo plazo, acabar con las pérdidas y el derroche alimentario.